Por María Laura García
La mayoría de nosotros, creo que, en el fondo, el 99% vivimos resistiéndonos a aceptar lo que sucede y a transitar dócilmente el camino que para nosotros tiene la vida. Si, muchos, aquellos que somos organizados y nos gusta planificar, nos cuesta fluir, a las primeras, cuando las cosas no salen según las agendamos o pensamos.
Pienso que la madurez y el vivir la vida desde el espíritu es lo único que te regala la valentía para seguir y no dejarte seducir por el miedo. Es más, la confianza y la flexibilidad del crecimiento espiritual es lo que nos otorga la visión y la confianza, para cambiar de rumbo con el objetivo de sortear el obstáculo y llegar el mismo lugar con la suficiente voluntad para no desmayar ante el cansancio que implica, comenzar de nuevo las veces que sea necesario. Si amigos, porque los cambios drásticos te hacen sentir que comienzas de cero, aunque no sea absolutamente así, porque la experiencia y los años siempre te dejan herramientas emocionales muy valiosas.
Por ello, es indiscutible que, aceptar que todo cambia permanentemente, es un paso importante hacia el crecimiento personal y adicionalmente es mandatorio incluir en nuestros planes un apartado para lo inesperado. “Somos ilusos si no incluimos en nuestros cálculos lo incalculable” (María Laura García).
Lloviendo sobre mojado: “El cambio es inevitable y es parte de la vida”, por ello céntrate en lo que puedes controlar, pero fluye ante lo inesperado y considera que lo que los imprevistos siempre nos dan la oportunidad de aprender. Cuando la vida te sorprenda con problemas evita anticiparte con ideas negativas, abraza lo que está por venir y deja ir lo que ya no te sirve.
¿Desde qué lugar del espíritu afrontar los cambios?
Sencillamente, desde el autoconocimiento y analizando conscientemente tus pensamientos ante el cambio. De hecho, si te conoces bien, podrás echar mano de tus habilidades y fortalezas para ir resolviendo de menor a mayor, es decir, comenzando por los obstáculos más pequeños, para paso a paso ir avanzando a dominar los más complejos. Ser conscientes plenamente de la situación y nos permitirá conseguir las soluciones.
Así que, para responder de manera adecuada ante lo que sucede, debes fluir y ganarte la vida paulatinamente.
¡No controlamos nada!
“No controlamos lo que nos sucede, pero sí podemos controlar cómo respondemos a ello”. Esto seguramente lo habrás leído y escuchado, una y otra vez. Para los expertos la sensación de control humana se deriva de una sobrevaloración de la realidad, pero además es una estrategia que asume nuestra mente para poder lidiar con el miedo a fallar, ser abandonados y a lo desconocido. También puede desprenderse de la ansiedad y la angustia; o la falta de autoestima y autoconcepto; al exceso de perfeccionismo o dificultad a la hora de expresar las emociones.
¿Cómo nos afecta el negar o no aceptar los cambios?
El pretender controlarlo todo, sin excepción, daña nuestra salud mental al generar ansiedad, agotamiento, e insatisfacción e indefectiblemente afectará nuestras relaciones interpersonales.
El miedo a lo imprevisible puede generar preocupación o carga mental y en consecuencia mucho cansancio.
Por otra parte, la búsqueda de la perfección puede llevar a la insatisfacción constante y a complicar las relaciones con los que nos rodean, pues entre otras cosas mina nuestra confianza en los demás y nos resulta difícil delegar responsabilidades. Esto no es otra cosa que rigidez mental.
Las personas con una necesidad extrema de control pueden tener dificultades para adaptarse a los cambios o imprevistos. Si te sientes identificado, es super conveniente que busques apoyo de expertos para solucionar tu falta de adaptabilidad y resiliencia, que seguramente mermarán tu salud física.
Finalmente… la canción «Todo cambia» de Mercedes Sosa es una reflexión sobre la adaptabilidad humana y la persistencia de los lazos afectivos, escúchala y me comentas.
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